Aunque sólo habían pasado unos pocos meses desde su congreso anterior, este siguiente congreso simplemente no podía esperar. Ronald lo llamó Congreso de la Libertad porque comenzó el 4 de julio (día de la independencia de Estados Unidos) y porque el congreso abordaría la libertad respecto a la confusión humana. De manera específica, la aplicación de control, comunicación y havingness (los CCHs) estaba logrando un nuevo nivel de ganancia de caso. Con él, un auditor diestro podía procesar a un niño de un día de edad, a una persona en estado de coma, a un psicótico completo, y lo que es más importante, a una persona en excelente condición. Sin embargo, había una dificultad. La eficacia de los CCHs dependía del propio caso y el nivel de tono del auditor; de hecho, Tono 40. ¿Cómo podrían, entonces, aplicarse los procesos ampliamente para llegar a cada caso si cada auditor debía primero hacer que su caso avanzara hasta Clear? La respuesta revolucionó el entrenamiento y el procesamiento: Los Ejercicios de Entrenamiento (TRs) de Instrucción Superior. En cuanto a lo que estos significaron para cada scientologist, fue mucho más que meramente enseñar destrezas de auditación, literalmente forman a un “Clear sintético”. Y eso es sólo el principio de lo que oirás. Pues cuando la instrucción superior llega al escenario del Congreso de la Libertad, ¡lo hace con gran impacto! En lo más alto de la escala tonal, en tono 40, ¡en vivo y con bullbaiting! Aquí no sólo tenemos la presentación correcta de estas destrezas, sino todo el buen humor inherente de Ronald como adiestrador, ¡en un congreso tan animado que tendrás que acordarte de que no sólo es diversión!
Leer MásCasi de inmediato vamos a tener un congreso.
Lo llamamos Congreso de la Libertad porque comienza el 4 de julio de 1957 y porque todo es acerca de la libertad de la confusión humana. — L. Ronald Hubbard
Así llegó el anuncio de Ronald en la edición de junio de la revista Ability. Y la fecha no pudo haber sido más apropiada. Porque lo que estaba a punto de desatarse era una libertad que los padres fundadores norteamericanos —que firmaron esa Declaración de Independencia en 1776— no podrían haberse imaginado.
En cuanto a la urgencia —“casi de inmediato”—, Ronald ya había entregado dos congresos y dos cursos clínicos avanzados en los seis meses previos. Es más, acababa de regresar de Londres, donde había puesto los toques finales a su último libro, Todo Acerca de la Radiación. Y sin embargo, independientemente de los titulares mundiales que estaba generando el libro (en cuanto a supervivencia nacional inmediata), su investigación sobre la radiación había de hecho generado un descubrimiento técnico mucho más importante para la salvación eterna: control, comunicación y havingness (CCH).
Su importancia como procesos no podía exagerarse. Suministraron el punto crucial de entrada para hacer que cada caso subiera, y todo surgiendo de la comprensión de cuánto había descendido el ser humano moderno:
“Si antes pensábamos que una persona era 10% thetán y 90% cuerpo, probablemente estábamos hablando de la gente que acabó entrando en Scientology. No estábamos hablando del público.
“No es un 10% y un 90%. Sería algo así como una centésima o una milésima por ciento thetán y el resto, cuerpo y circuitos. Sólo hay presente suficiente ser para poner en marcha la maquinaria”.
Y ahí radicaba el problema. Porque, como siguiera describiendo LRH, con tan poco thetán presente en el preclear, la efectividad de los CCHs dependía en gran medida del auditor:
“Depende más bien de que seas capaz de hacer que cooperen con lo que es correcto hacer, desde un nivel de tono lo bastante elevado para que no puedan resistirse a ello, en lo que respecta a los circuitos”.
Así que, efectivamente, además de la pericia de auditación, estos procesos dependían en no poca medida del nivel de tono del auditor: del estado de su propio caso. Por una parte, no era un problema nuevo, y el entrenamiento de los auditores desde hacía mucho tiempo había incluido el procesamiento de sus propios casos en las últimas técnicas. En los primeros años, los auditores a veces se reestimulaban por los engramas de su preclear. Pero ahora, con los CCH (procesos tan poderosos que podían cascar cualquier caso) esa reestimulación del auditor alcanzaba un nivel enteramente nuevo. Es más, como descubriría Ronald, esa reestimulación del auditor de hecho le impedía lograr resultados con sus preclears. De hecho, la entrega de los CCHs exigía que el caso del auditor estuviera en un nivel muy alto, a saber, tono 40: ¡un Clear!
Ese era el aprieto: cómo procesar a suficientes auditores hasta Clear para que esta tecnología pudiera hacerse ampliamente disponible. Como pronto descubriría Ronald, no se podía hacer:
“Tendrías que empezar con uno o dos o tres. Y de vez en cuando, los auditores me han sugerido que si audito a alguien hasta el estado de Clear, y luego hago que esta persona audite a dos personas, y luego cada una de ellas audite a dos, lo tendríamos totalmente resuelto. Bueno, eso está muy bien. No hay nada de malo en ello, excepto que no es viable; no funcionaría. Para cuando llegaras a una distancia de cuatro personas, algo se habría perdido en alguna parte”.
Y sin embargo Ronald de hecho resolvió este problema. Es más, fue un avance sensacional que pondría a Scientology en un rumbo completamente nuevo, y revitalizaría el entrenamiento de los auditores para siempre: Ejercicios de entrenamiento de instrucción superior (TRs):
“Son trece niveles de destreza, cada vez más avanzados, que culminan en un auditor que actúa como un Clear.
“Estos niveles de entrenamiento hacen, cuando se administran a conciencia, un Clear sintético, sin imposibilitar que la persona se audite todo el camino a Clear”.
Eso fue lo que trajo Ronald al Congreso de la Libertad. Y si bien el Shoreham Hotel había visto ya muchos congresos de Scientology, nada podía equipararse a este; no cuando Ronald subió al escenario y demostró el tono 40: intención sin reservas. ¡Y en ese momento también era algo que ningún scientologist había visto!
Porque, si bien Ronald había trabajado, desde 1950, para refinar los procedimientos para que todo auditor pudiera lograr los mismos resultados en su auditación, aquí estaba el hito del logro de esa meta.
Por otro lado, si bien los norteamericanos pueden haberlo celebrado durante unos centenares de años, el 4 de julio será ahora celebrado para la eternidad por otra razón totalmente aparte. Porque fue el día en que Ronald suministró los medios para liberar a cada ser de la Tierra.