Editor del Autor de Éxitos Editoriales Internacionales y del New York Times L. Ronald Hubbard

Congreso de Juegos

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¿Qué es la vida? Desde los templos más sagrados a las calles mundanas, hay una pregunta hecha durante mucho tiempo, pero nunca respondida. En este congreso, Ronald presenta la sorprendente solución. Toda ella procede de su investigación innovadora sobre un tema que a primera vista parece engañosamente irrelevante, pero que en realidad abarca toda la existencia: ¡La vida es un juego! Pues a pesar de las adversidades de la vida, la razón para vivir y la razón de un juego son las mismas. Y ya sea que se trate del béisbol, el polo o el ajedrez, estudiando los elementos de los juegos, nos encontramos en posesión de los elementos de la vida. He aquí, pues, sus componentes: libertad, barreras y propósitos, y los factores concretos que determinan un “juego” y una “condición de no-juego”. Ronald presenta con mayor detalle los cuatro tipos de juegos, incluyendo aquellos que el ser no sabe que está jugando: la base de la aberración. Conferencia tras conferencia, Ronald presenta la aplicación de los principios de los juegos a la totalidad de la vida: desde individuos, grupos y sociedades hasta revelaciones de por qué a un thetán le encantan los problemas y, por lo tanto, el enfoque de la auditación no sólo para mejorar la capacidad de la persona para jugar el juego, sino para alcanzar la verdad en sí. Estos descubrimientos fueron tan innovadores que formaron el propio núcleo de todo lo demás que Ronald dio a conocer en este congreso: Scientology: Los Fundamentos del Pensamiento, un libro que a partir de entonces él llamó: “El Libro Uno de Scientology”.

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Formato: Disco Compacto
Conferencias: 13

Más Sobre Congreso de Juegos

Podría haber mil razones para vivir la vida. Podría haber mil modelos según los que la vida se está rediseñando constantemente. Pero el que mejores resultados nos da, el que pasa la prueba, es la teoría de los juegos. Y ningún otro lo hace. — L. Ronald Hubbard

¿Qué es la vida? Una pregunta bastante simple. Sin embargo, en 1956, durante el curso de su implacable búsqueda, L. Ronald Hubbard habló de llenar página tras página con posibles respuestas..  Ronald Hubbard habló de llenar página tras página con posibles respuestas… hasta que hubo hecho una lista de unos quinientos modelos potenciales de vida. Y solamente uno, el menos probable de todos, pasó las pruebas. De ahí la conclusión —engañosa porque no parecía pertinente, si bien totalmente sorprendente porque era absolutamente dominante— de que la vida es un juego.

Y con esa noticia esparciéndose por todo el mundo de Scientology, con la promesa de incluso más, no fue ninguna sorpresa cuando en el Congreso de Juegos se dio cita el mayor encuentro de scientologists hasta la fecha. Comenzó en un fin de semana de vacaciones del 31 de agosto de 1956. Y aunque en el Hotel Shoreham de Washington, D.C., se había visto previamente un congreso de Scientology, este era diferente: fue necesaria la inmensa y recargada sala de fiestas principal para acomodar a más de 400 asistentes. Y eso sin contar a los maniquís “mamá y papá” de dos metros de altura con los que Ronald demostró el procesamiento de grupo entre su primera descripción y la disección de los juegos.

Pronto los elementos y reglas de ese juego tomaron forma: libertad, barreras, propósitos… , pertinentes a cualquier juego; las condiciones que definen un “juego”, entre ellas la identidad, los contrincantes, el movimiento y la emoción; aquellos que definen un “no-juego”, incluyendo soluciones, serenidad y no-movimiento; los elementos del “control”: comenzar, cambiar y parar; el papel que un individuo desempeña en un juego: autodeterminado o pandeterminado; e incluso el factor de jugar un juego a sabiendas o sin saberlo.

Pero independientemente de qué, dónde y cómo jugara uno, las reglas básicas eran siempre las mismas y explicaban la forma de la vida en sí.

Y ahí radicaba la esencia de todo lo demás que Ronald iba a presentar: la primera edición de Scientology: Los Fundamentos del Pensamiento, el libro al que Ronald siempre se referiría a partir de ahí como el “Libro Uno de Scientology”.

Aquí, pues, están las conferencias decisivas sobre la razón subyacente de por qué fracasó toda búsqueda anterior de las respuestas, el descubrimiento de por qué a un thetán le encantan los problemas y, a su vez, una manera totalmente nueva de enfocar la auditación, no sólo para mejorar la capacidad de uno para jugar el juego, sino para alcanzar la verdad misma.

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